martes, 13 de marzo de 2012

Y voló

El despertador sonó justo a las seis de la mañana, hora en que X lo había programado; aunque debería estar amaneciendo, parecía que el sol no tenía ganas de salir en ese frío día de invierno.

Se levantó con dificultad de la cama sin muchas ganas de ir a trabajar, otro más que pasa. Se dirigió al baño y en el espejo vio su reflejo triste y sin vida.
Se desnudó lenta y perezosamente, como una serpiente mudando de piel, sólo que en su caso, tendría que ponerse otra para enfrentar al mundo, una y otra vez. Abrió la llave del agua caliente y espero a temperarla con la fría, en mañanas como éstas, debería uno tener licencia para no bañarse. Entró a la ducha y tan pronto como puso un pie dentro, salió.

Se vistió rápido, con la esperanza de que el frío no tuviera tiempo de penetrar sus huesos.

Desayunó. Tomó su máscara, se la puso de mala manera y subió a su mismo auto, como todas las mañanas.

Llegó a su puesto, ordenó los papeles que había dejado el día anterior, llegaron los clientes uno tras de otro, y con la misma sonrisa falsa fue atendiéndolos. Y todos aquellos con la misma máscara, y con la misma sonrisa pintada como en la que tenía puesta.
Hora de almorzar, fue a otro restaurant para variar un poco.

Regresó al trabajo, dieron las 6 de la tarde y religiosamente todos salieron como en una procesión a marcar la tarjeta de salida, todos menos X que tenía que quedarse un poco más a terminar algunos informes pendientes.

Volvió a su casa, se quitó la máscara, cenó, vio algún programa de televisión, revisó su e-mail y se recostó sobre el colchón frio como el mármol, y a decir verdad, parecía de mármol por lo duro que era.

Recordó que su máscara la había dejado en la sala, así que volvió por ella y la puso en su mesa de noche.

Dieron las 6 de la mañana y el despertador sonó. Pero X ya se encontraba en pie. Se acercó a la mampara de su balcón, la abrió de par en par y con su máscara entre las manos se acercó a la ciudad, se detuvo al borde de ella y la dejó caer desde el décimo piso en donde vivía. Vio como se destruyó, pero no alcanzó a escuchar el ruido que produjo esa sensación tan liberadora. No escuchó siquiera el barullo de la gente allá abajo ni las quejas ni las amenazas que le lanzaban. No quería escuchar más a esa ciudad frívola y moribunda.

Subió la mirada hacia el cielo triste y gris, pero ahora estaba un poco más brillante, como si él fuese un pequeño sol; luego, ya iluminado y en el Nirvana, extendió los brazos hacia los lados, cerró los ojos, se inclinó hacia adelante y voló.

El Reloj

La figura desnuda salió de entre las sábanas y se deslizó hacia un rincón de la habitación, silenciosamente. Las velas color rojo le daban un toque de intimidad y complicidad. Se acercó hacia la radio y puso el dedo en on. Reconoció aquellos acordes y punteos de guitarra que daban preámbulo a la voz:

Reloj no marques las horas, porque voy a enloquecer…

A veces el destino tiene formas de destruirte. Al igual que en la canción, la otra figura que permanecía inmóvil sobre el sommier debería partir, estudios de post grado le dijo.

En su mente se dibujaban los recuerdos que se confundían con el humo del cigarrillo que había encendido. Cerró los ojos para contener las lágrimas y no ver el cielo en el balcón, que ya empezaba a despertar.

…cuando amanezca otra vez. Nomás nos queda…

Aunque le molestaba la canción -aquella letra en realidad- no quería saltar de emisora. Necesitaba oír su desgracia cantada, le infundía valor para lo que pasaría. Posó sus ojos sobre una fotografía que estaba sobre la mesa de noche con dos copas al lado, era de cuando apenas la relación había nacido. Se acercó a la cama nuevamente y se sentó, le puso un brazo encima y ahora jugueteaba con sus cabellos. Dio una bocanada de humo.

- Amor, me gustaría ir contigo.

La otra figura permanecía inmóvil, sin respuesta; yacía plácidamente a su lado, como no queriendo escuchar, como si quisiera que pasaran las horas y olvidarse de lo que tenía que hacer, forzándose a permanecer en ese estado de inamovilidad o tal vez sin la posibilidad de cambiarlo.

De nuevo se puso de pie y apagó el cigarrillo. Quería conservar en su memoria el olor de la habitación sin interferencias. Vio las copas sobre la mesa, de las cuales, una de ellas estaba llena.

… reloj detén tu camino, porque mi vida se apaga…

Ahora empezó a cantar también:

- Detén el tiempo en tus manos, haz esta noche perpetua…

Se acercó a la mesa de noche, tomó la copa llena entre sus manos y bebió hasta la última gota. El narcótico vertido en ellas era de una potencia y rapidez fulminantes, todo sería muy rápido.

Se acercó a su lado, le dio un beso en los labios y se recostó. Luego de dar una última inspiración a sus cabellos, cerró los ojos.

… para que nunca amanezca…

Y así, nunca más amaneció.

domingo, 20 de enero de 2008

40 Days & 40 Nights...

Es gracioso empezar a escribir con un titulo como ese, osea, si, es de una pelicula, pero bueno es algo q en verdad esta pasando en este momento, ya dire el pq...

Existe algo q se llama amor propio, autovaloracion y hay veces en q no sabemos q las tenemos, no voy a decir hasta que las perdemos pero si hasta que las ponemos en casi riesgo.
Ahora, existen varias formas de estar bien contigo mismo, ya sea pq hiciste las paces con alguien o pq haces yoga... o pq simplemente te quieres a ti mismo y no necesitas a nadie mas, como si todo lo que necesitaras para ser feliz lo tuvieras contigo, mejor dicho en ti...

Pero creo q estoy divagando y no centrandome en el titulo (40d &40n recuerdas?) ahora, para los q vieron la pelicula se acordaran lo q hace el personaje principal, la promesa q hace y todo ello; y para los q no la vieron... bueno vean esto: http://www.labutaca.net/films/9/40diasy40noches.htm

bueno, que me dirian si les dijera que la pelicula se torno en un capitulo de mi vida? osea, estamos hablando de no andar con absolutamente nadie y como que apartarse de todo ello y verlo desde fuera (mas adelante explicare esto, pero me he dado cuenta d cosas que no sabia que estaban ahi)

ahora, que me llevo a tomar esa decision? bueno la respuesta no es tan facil en realidad, pero tiene q ver con todo el rollo de amor propio que puse lineas arriba, es algo mas hmmm como decirlo, espiritual? si, dejemoslo con ese termino ya q ahora no se me ocurre otro.

Me gustaria hacer una pequeña sinopsis de lo que ha pasado en estos ultimos 6 dias... (osea los primeros 6 de los 40)

veamos...

los primeros 2 dias: nada espectacular, nada del otro mundo, simplemente estaba trankilo en casa viendo tele entrando al msn, con las mismas personas conectadas, bla bla y bla, nada extraordinario...

3dia: aca si las cosas se pusieron un poco menos faciles, pq' pq como nunca me hablaban contactos q no me hablaban hace muuuucho tiempo, y era una cosa de.. como estas? y cuando nos vemos y etc... para obvias razones no? jejeje pero bueno, no respondia y hata ahi dije, bacan lo puedo soportar...

4to 5yo y 6to: dios, estos dias... hmmm veamos, estamos hablando el 4to dia de un viernes, resulta que se me habia dado la genial idea de pasar 3 dias fuera de lima, queri a alejarme un poco y decidi ir a la playa (le dije a alfonso para que me acompañe, un amigo de años) y bueno fuimos, el viernes fue un dia normal, estar en el hotel hablar hasta las 3am y luego dormir... el 4to dia ahi empezo todo, fuimos a hospedarnos a un hotel que tenia discoteca, bueno nos quedamos ahi comimos, dormimos piscina y a alistarse para la noche... bajamos como a eso de las 12 y 30 casi 1am y habia poca gente, y bueno nos quedamos x ahi hasta q veo a alguien con la q habia tenido algo hace como 2 años atras, de verdad q no sabia quien era, osea no me acordaba y me hablaba y yo ahhhh (osea.. aun no me acordaba... jajajaja) bueno, estuvimos bailando y de ahi le digo para tomar aire pq el lugar era un poco cerrado y hacia harto calor, bueno salimos y en eso me dice, me puedes abrazar y yo ehhhh ok... la cosa q me abrazo y la cosa se ponia mas hot pq ponia su cara en mi cuello un beso x aca y yo ehh nooo, no puedo hacer esto... y de ahi me decia vamos a otro lado (yo claro q estaba a mil pero nada, autocontrol) bueno d ahi subi solito a mi cuarto a dormir, osea... q tal prueba... antes ya le hubiera dicho yo, sabes q vamos para arriba, o no le decia nada sino d frente ibamos jajajaja pero asi es ps... q fuerte...

de ahi me levante a las 10, alfonso dormia en la otra cama fuimos a comer d ahi a la playa, pero de verdad q la gente parece q huele cuando estas trankilo, era una cosa q pasaba alguien corriendo y me miraba d ahi alguien paso y me miro d pies a cabeza como 2 veces me cague de risa jajajaja... enfin

bueno otros dias vinieron y siguieron las tentaciones... pero quien lo diria... tal cual la pelicula aparecio alguien... je, enfin...
nos presentaron y bueno, tal cual la pelicula... tienen q verla para entender y para los q ya la vieron, si, el tiempo q transcurrio no fue el establecido pero no importa

jueves, 16 de agosto de 2007

Otro cuento...

Destino

Cada paso que la acercaba a la orilla del mar, hacía que su corazón latiese más rápido. Podía sentir la brisa que acariciaba y jugaba con sus largos cabellos negros; el mar y un sol taciturno eran los únicos que la podían ver como testigos mudos en esa tarde que moría. Sin apurarse trazó en el suelo el círculo que delimitaría el espacio, ese puente entre lo mundano y lo invisible y tal como manda la tradición, ordenó las piedras: una lisa y grande que serviría de altar y cuatro más pequeñas, que le indicarían las esquinas del mundo.

Hizo un hueco para la fogata, cogió su athame -una daga de hoja irregular que sirve para canalizar las fuerzas del universo- lo elevó al cielo para cargarlo y luego, apuntando hacia abajo, recorrió tres veces en deosil el trazo marcado y siempre de derecha a izquierda para insuflarle poder. Una vez que llamó a las cuatro Atalayas a ocupar su lugar en el círculo, se sentó al centro.

Se quedó un momento en silencio recordando la primera vez que lo vio, cerca de las murallas que rodeaban la ciudad: cabellos dorados, ojos que relataban soledad, la pérdida de un ser querido y la culpa de no haberlo salvado; estaba cubierto por un manto y por lágrimas que rodaban su mejilla, tenía un aire triste y de muerte, podía sentirlo, casi olerlo y aunque sentía la necesidad de acercarse y abrazarlo, algo se lo impidió.

El sol ya había expirado y en su lugar, una luna llena la observaba.

Una vez habiendo comulgado con el cosmos y la madre tierra, puso su ofrenda y las velas sobre su altar, y los troncos en el hueco que había hecho. Los encendió y empezó a llamarla:

- Poderosa Señora, a ti me presento en esta noche y a esta hora, yo te invoco Gran Astarté para que traigas a mí a aquel que hace unos días vi, tráelo a mí a esta hora, a esta playa…
Tiro al fuego las hojas de pino que llevaba consigo para honrarla. Se quedo en silencio hipnotizada por el fuego y una voz la saco de sus pensamientos.

- ¿Traerlo? ¿Qué quieres de él?

Subió la mirada hacia el cielo, observó la luna y se quedó en silencio, no es prudente dirigirse a una diosa sin arrodillarse o inclinarse así que, arrodillada y de cara al suelo, prosiguió:
- Señora, sabes lo que hay en mi corazón y en el suyo, es nuestro destino que nos encontremos. Leí en sus ojos la culpa y la angustia, déjame calmar su dolor.

- Fui yo la que te impidió que te acercaras a él ¿Y me hablas de destino? ¿Qué sabes tú de destino? ¿Acaso un gato que encuentra una paloma sabe que era su destino encontrarla y devorarla? ¿O que una madre pierda a un hijo? ¿Ese es el destino?

Subió la cabeza con la mirada húmeda.

- Te elegí como mi sacerdotisa… como mi hija… y tú elegiste servirme, por eso eres dos veces hija mía.

No hubo respuesta, solo los ríos salados que recorrían sus mejillas y se empozaban en la arena, de por sí, ya húmeda.

El tono de la voz resonó dulcemente en toda la playa.

- Entiende que somos seres solitarios. Ya olvídalo, no vale la pena eso que los hombres llaman “amor”, tan sólo sufrirás, porque amar es el empiece de la palabra amargura. Tienes el poder de controlar la naturaleza a tu antojo, puedes crear tormentas, sequías, arrasar una ciudad entera y crear ejércitos de hombres, si lo deseas. No pierdas tu magia, sácalo de tu mente y de tu corazón.

Aún no había respuesta, pero los ríos todavía seguían fluyendo. Y por última vez, la dulce voz dijo:

- El camino de la magia está lleno de espinas y sacrificio, y es un sendero que se recorre en soledad.

Ahora sonidos ahogados salían de ella, apretaba fuerte los labios para no gritar de desesperación. La voz no era más dulce, sino severa, pero salpicada con grandes gotas de tristeza y de impotencia.

- Pero aún así no entenderás, yo te enseñaré sobre el destino. Tendrás a quien quieres, pero algo deberás de ofrecerme a cambio, algo que tú quieras y del cual tengas que despojarte.

Inclinó la frente en señal de afirmación.

- Entonces que así sea. Tres soles han de pasar y a la caída del último lo verás, regresa a esta playa y yo lo traeré.

Se tendió en el suelo por unos segundos, despidió a las Atalayas, deshizo el círculo y se retiró.

A la mañana siguiente hizo lo que todas las mañanas hacía: recorrió el bosquecillo de pinos que rodeaban el castillo y recolectó varias ramitas y piedras para un ritual, tres soles tengo que esperar se dijo; pero las horas se hacían eternas y pasaban perezosamente, como si no quisieran pasar, como tratando de aferrarse a ella, no lo hagas, le repetían, no vayas, le decían, pero ella no las escuchó. Las gaviotas volaban al caer el primer día.

Al segundo día recibió la visita de un forastero que andaba perdido y herido. Lo introdujo a su cabaña, curó sus heridas y le dio de comer. A lo lejos, se escuchó el graznido de un cuervo que se hacía cada vez más fuerte. El portador de tal cuchilla auditiva se posó cerca de su ventana y detuvo su canto macabro, pero la buscó con la mirada. Sus ojos por fin se encontraron, pero ninguno de los dos decía palabra alguna. Hasta que ella rompió la conexión visual, ideas mías, prefirió pensar. Luego, con tristeza, el cuervo se volteó y emprendió el vuelo.

Ella era conocida en todo el reino como la hechicera y aunque era joven, sabía de plantas, magia y adivinación. La gente la buscaba cuando tenían algún enfermo o algún mal de amores, pero nadie la buscaba para visitarla y saber de ella. Había aprendido a hablar con la naturaleza y con su soledad.

Amaneció el tercer día y el forastero se marchó.

No podía pensar en otra cosa, miraba el sol, las gaviotas que chillaban y que volaban en círculos sobre un banco de peces que estaba atrapado en la playa, es la ley de la vida, pensó.
Y esa mañana fue muriendo y así la tarde, hasta que moribundo el sol, con su último suspiro, la tocó y trató de llevársela consigo, pero no lo logró; toda la niebla que se había asentado sobre la playa la retuvo.

Sobre una roca se sentó y esperó, la única compañía era la luna que observaba toda la escena.
- Has venido como te indiqué, pero todavía no sabes lo que quiero.

No contestó.

Sólo se puso de pie cuando escucho llegar gente, no comprendía lo que pasaba, se trato de acercar un poco a esa masa de ruido que marchaba en dirección a ella, se escondió tras la roca y desde ahí, vio a tres hombres que llevaban a un cuarto, un hacha que se alzaba, no podía ver bien por la niebla, el hacha que caía y la niebla se apartaba, reconoció al que tenía el arma en la mano, era el forastero a quien había ayudado, un cuerpo que caía pesadamente sobre la arena y luego la sangre que se mezclaba con el mar. Los tres hombres se alejaron. Y el hombre del hacha bramó: - Asesino, mató al hijo de mi hermana; justo castigo le respondieron los otros dos.

Corrió hacia el cuerpo que yacía boca abajo sobre el mar, para luego ver aquella cabeza errante que se movía al compás del agua; y a medida que la hechicera se acercaba, de ella salían una serie de gritos y llantos que tan sólo los oídos de la desesperación podrían comprender.

Y la luna desde lo alto le decía: tu deseo está cumplido y así mi pago. Todo está consumado y ahora ya sabes de destino; al igual que el mío, el tuyo es la soledad.

Terremoto...

hace bastante q no escribo por aca, varias cosas han pasado pero lo q ahorita tengo en la mente son las imagenes de ayer, gente corriendo, vidrios cayendo, horrible...

estaba yo en larcomar (para los q no saben q es, es un centro comercial sobre el mar, osea, no exactamente SOBRE el mar, sino q esta en un precipicio en donde abajo esta la carretera y mas alla el mar, ahora si?? bueno) estaba hablando con mi ex, cosas q teniamos q hablar, sali de ahi a las 6:30, 10 minutos antes que pasara todo, tome el micro que me llevaria a un ensayo, y empezo todo... yo estaba desconectado del mundo con Salt'n Peper o Madonna, hasta q senti un sacudon, sera el carro q esta mal pense... pero vi despues como los postes se movian como si le hubiesen salido piernas y quisieran salir de donde estaban las lunas de los edificios lloraban una cayo de un 3er piso... ver a toda esa masa de gente moviendose, o gritando: "¡es el fin del mundo!" de verdad q te impresiona, fueron como 5 min d ver como la tierra formaba olas de olas, unas chicas otras mas grandes...

martes, 23 de enero de 2007

La Carta (A S.)

hola, estas ahi?te escribo porque no se nada de ti, hace mucho tiempo q no hablo contigo... Cuentame, te gusta ahi? se que estas cerca a un lago, debe ser bien tranquilo, que envidia de verdad.
Me gustaria estar ahi contigo para tomarte de las manos y perderme en tu cabello (te encantaba eso, no??)
Si tienes tiempo please, llamame ok? o escribeme una carta, aun conservo la que me escribiste por 1ra vez.
Se la entregas a un angelito para que me la de, ok amor?
La espero con ansias...

Cuentitos....

Un par de cuentitos cortos:




EL AMOR

- ¡¡Yodelei!!

El viento helado de norte llevaba con angustia y tristeza aquellas notas, entonadas con emoción, en el interior de su gélido cuerpo. Las retenía como un tesoro y las depositaba en lo alto de otra montaña. La triste figura cantante esperó pacientemente la respuesta que vendría del otro lado del valle.

Pasaron veinte minutos y la sonrisa se fue trastocando en una mueca sin vida. Pero eso no fue un impedimento para que siguiera recordando la promesa que le había hecho aquel día de verano. Podía sentir el calor emanando de su cuerpo y confundiéndose con el suyo. Sentía su voz resonando en su interior y recordando cada palabra que se introducía por todo su cuerpo. Volveré antes de que acabe el otoño. Cuando veas caer las hojas de los arboles, cuando el viento del norte empiece a sentirse, sabrás que pronto regresaré. ¿Cómo sabré que aún estarás ahí? Canta y te responderé. Las dos jóvenes figuras se abrazaron bajo el sol que nacía de nuevo.

Y así pasaron los días y se oía siempre un Yodelei al este y otro que respondía proveniente del oeste. Hasta que por fin terminó el verano y las primeras hojas muertas comenzaban su danza con el viento del norte. Caían lentamente como plumas de ángeles y se acurrucaban en el suelo unas con otras.

- ¡¡Yodelei!!

- ¡¡Yodeleiiiiii!! Respondían a los pocos minutos.

Pronto acabará el otoño, pensó. Le hacía ilusión saber que tan solo unos días más tendría que soportar la soledad que era su única compañera. Pero ese día, ella la tenía del brazo y no la dejaría ir. Sentía como el otoño pasaba, volaba, se iba, y como una blanca presencia estaba por llegar y asentarse en los valles de Engadin. Pero su promesa la mantenía expectante. Pero algo en el aire la condujo hasta su cabaña.

Los primeros copos de nieve pintaron de tristeza su morada por la noche. Se dirigió a la montaña y cantó una vez más Yodelei… No hubo respuesta.

Tres días más pasaron y se mantuvo ese silencio de muerte; cuatro días más sin una sola noticia. La blanca tristeza se empozaba sobre su cabeza cada vez que esperaba por largas horas, sin la respuesta que su corazón esperaba.

El último día de invierno subió a lo más alto de la montaña y con todas sus fuerzas cantó Yodelei, una y otra vez. Yodelei, yodelei…

Lagrimas acidas rodaban por sus mejillas y con todas sus fuerzas, con su corazón en las manos, cerebro, pulmones y vísceras todas, una vez más cantó ¡¡Yodele, yodele, yodelei!!

La nieve encontraba cobijo en los blancos cabellos de la figura cantante. ¿Qué sería de ella sin su promesa? El viento necesitaba decirle que la olvidara. Pero nunca lo aceptaría. Y lo que tampoco aceptaría, era que sus cantos se dirigían hacia el cementerio en donde dormían desde hace mucho tiempo, cuerpos ya sin vida.



ALEGRIA

Llevaba ya más de tres días caminando hacia el oeste por el camino que lo llevaría a la ciudadela de piedra, en donde se reunirían los magos de la región para celebrar la decimotercera luna del calendario, la luna azul brillará en los cielos en tres días más, llegaré en dos. El sol, ya cansado y con mirada triste, acariciaba con sus tibios brazos las montañas que rodeaban el valle de Plovdiv. Podía ver los últimos rayos, que se reflejaba en la punta de su báculo. El mago seguía su marcha pensando en el ritual que iba a presidir, hasta que un viento helado salió a su encuentro y lo detuvo. Afinó el oído y pudo escuchar los gritos que traía aquel ente. ¿De qué me hablas? Los pastores, le dijo.

Sintió deseos de llorar por aquellos dos pastorcitos que habían salido, como todos los días, a pastar a sus rebaños. Tomó el camino que lo desviaba de su destino original y trató de apurar el paso. En la senda hacia los pastizales encontró una pequeña oveja, que yacía inconsciente con la cabeza baja. La tomó entre sus brazos y prosiguió. A medida que se acercaba a las verdes praderas, oía los lamentos de las demás que corrían dispersas en la hierba. Podía oler la sangre que se entremezclaba con las desesperanzas. ¿Qué haremos ahora? ¿Dónde están nuestros dueños? ¡Vendrán los lobos! ¡Mamá! ¿Dónde estás? Una vez que llegó a esa maraña de lana, no notó que los pastores que las cuidaban no estaban cerca, pero lo que sí notó, fueron las rocas teñidas de rojo que se habían desprendido de una montaña cercana. Y bajo alguna de ellas, algún resto de lana se asomaba.

Se acercó, aún con el corderito en brazos, a una de las rocas durmientes, posó una mano sobre ella y con angustia la retiró. Agacho la cabeza en señal de duelo y prosiguió el camino hacia la montaña. Cuando estuvo cerca de ella alzó su báculo y así hablo: ¿Qué fue lo que hiciste? Ellos no te pertenecían, ¿por qué tuviste que comértelos? No hubo respuesta. ¿Por qué lo hiciste? ¡Contesta! Del interior de la montaña empezaron a emerger dos gigantescos brazos de piedra y una cara con grandes ojos afligidos y temerosos se dejó notar. ¡Contesta! Dijo una vez más el mago. No fue mi intención, tan sólo me alegré de verlos. ¿Qué dices? Siempre vienen a mis faldas estos dos pastorcitos, los conozco desde hace mucho tiempo, nunca les haría daño. ¡Te los comiste! ¡No! Nunca los lastimaría. Ahora rodaban, desde lo alto, pequeñas piedras que asemejaban lágrimas. Habla entonces. Eran dos pastores, dos amigos. Uno le decía al otro que pronto se casaría; le contaba que su prometida tenía los ojos como dos gotas del lago más azul de Bulgaria, la voz como el canto más dulce del ruiseñor y la boca tan roja como las rosas que nacen en el valle. La montaña miró la oscuridad de la noche, las estrellas que se posaban sobre su espalda y la luna que pronto estaría azul. Y con un suspiro continuó: El otro se emocionó por la alegría que le causaba saber que su amigo, su hermano, se entregaría a una joven tan bella. Yo los conocía desde pequeños y quería alegrarme con ellos. Y así, extendí uno de mis brazos para acariciarlos.

El mago extendió su bastón hacia el cielo y atrajo una estrella, que colocó en la punta de su báculo para que alumbrara toda la escena. Se perdió por un momento en la luz que emanaba su cristal. El corderito empezaba a recobrar el conocimiento y empezó a balar desconsoladamente. ¿Qué hacías tan lejos de tu rebaño? Beeeee, Beeeee… Se volvió hacia la lana dispersa y camino entre los muertos con tristeza. Beeeeee, Beeeeee… ¿Por qué lloras? Porque no encuentro a mi mamá, le respondió.

Los lobos no tardarían en venir y darse un festín con la desesperación que no dejaba de balar.