martes, 13 de marzo de 2012

El Reloj

La figura desnuda salió de entre las sábanas y se deslizó hacia un rincón de la habitación, silenciosamente. Las velas color rojo le daban un toque de intimidad y complicidad. Se acercó hacia la radio y puso el dedo en on. Reconoció aquellos acordes y punteos de guitarra que daban preámbulo a la voz:

Reloj no marques las horas, porque voy a enloquecer…

A veces el destino tiene formas de destruirte. Al igual que en la canción, la otra figura que permanecía inmóvil sobre el sommier debería partir, estudios de post grado le dijo.

En su mente se dibujaban los recuerdos que se confundían con el humo del cigarrillo que había encendido. Cerró los ojos para contener las lágrimas y no ver el cielo en el balcón, que ya empezaba a despertar.

…cuando amanezca otra vez. Nomás nos queda…

Aunque le molestaba la canción -aquella letra en realidad- no quería saltar de emisora. Necesitaba oír su desgracia cantada, le infundía valor para lo que pasaría. Posó sus ojos sobre una fotografía que estaba sobre la mesa de noche con dos copas al lado, era de cuando apenas la relación había nacido. Se acercó a la cama nuevamente y se sentó, le puso un brazo encima y ahora jugueteaba con sus cabellos. Dio una bocanada de humo.

- Amor, me gustaría ir contigo.

La otra figura permanecía inmóvil, sin respuesta; yacía plácidamente a su lado, como no queriendo escuchar, como si quisiera que pasaran las horas y olvidarse de lo que tenía que hacer, forzándose a permanecer en ese estado de inamovilidad o tal vez sin la posibilidad de cambiarlo.

De nuevo se puso de pie y apagó el cigarrillo. Quería conservar en su memoria el olor de la habitación sin interferencias. Vio las copas sobre la mesa, de las cuales, una de ellas estaba llena.

… reloj detén tu camino, porque mi vida se apaga…

Ahora empezó a cantar también:

- Detén el tiempo en tus manos, haz esta noche perpetua…

Se acercó a la mesa de noche, tomó la copa llena entre sus manos y bebió hasta la última gota. El narcótico vertido en ellas era de una potencia y rapidez fulminantes, todo sería muy rápido.

Se acercó a su lado, le dio un beso en los labios y se recostó. Luego de dar una última inspiración a sus cabellos, cerró los ojos.

… para que nunca amanezca…

Y así, nunca más amaneció.

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